La Nochebuena fuimos a pasarla a Mutriku.
La cena de la Nochebuena la hicimos en casa y vino Iñigo, Amaya con Martina. La comida de Navidad subimos a su casa. ¡Qué vistas!
Por la noche, mamá y yo nos fuimos a dar un paseo por el pueblo. ¡Qué bonito!. Entramos en la iglesia del convento. Estábamos los dos solos y estuvimos un buen rato adorando al Niño Jesús.
El 26, el padre de Amaya nos llevó a Javier y a mí a buscar casquillos de la guerra con su detector de metales. ¡Encontramos un buen puñado!.
Luego nos metió en una cueva y nos enseñó a hacer fuego con pedernal. Una auténtica curiosidad.
Por la tarde, Nico y yo nos dimos un chapuzón en la piscina. ¡Jo, qué fría estaba el agua!
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